10:43 PM Edit This 4 Comments »

No falla. Empiezan las vacaciones y mi mente entra en un jardín de manicomio, de esos que tienen banquitas blancas, árboles y pasto muy verde. Un jardín aislado, en el que uno se sienta en pijama a pensar sin estructuras ni lógica... puras ideas sin pies ni cabeza. Más allá de los muros del jardín, escucho al mundo moverse a mi alrededor. Las rutinas que lo hacen funcionar aún se entrelazan en su dinámica cotidiana mientras la mía se ha ido a meter en un caparazón de tortuga donde se mueve en cámara lenta.
Son días lentos y bizarros dentro del jardín. Mi mente no se está quieta y cada vez está más loca. La rutina atrapada y la mente libre no son una pareja sana... La gente me habla y mientras la escucho, la imagino con la cara azul y flores violetas en la cabeza. O vestida de afgana. O con un gorro ruso. O con mariposas hechas de chispitas voleteando a su alrededor.
Me llegan mis sesiones de autoconocimiento, en las que hago por pasar más y más niveles en la carrera interminable de entenderse. Saco conclusiones e intento explicar el porqué de mis contradicciones. Estas suelen ser entretenidas porque hay que escarbarle al pasado. Cualquier cosita, por mínima que pareció en su momento, puede ser la causa de muchas cuestiones sin respuesta. La parte fea es cuando, una vez encontrado el hilo negro, caigo en cuenta que lo importante no era entenderlo, sino encontrar la manera de cambiarlo. Es en ese momento en el que me siento en un libro de superación personal, que como debe de hacerse con todo ese tipo de libros, cierro en ese mismo instante para pensar en otra cosa.
Finalmente llega la obligada etapa en la que pienso si realmente quiero cambiar de caballo o mejor sigo con el mismo y no me refiero a mis preferencias políticas. Mi costal está repleto de momentos de reflexión y nunca he sabido con certeza responder a esa pregunta, ¿le cambio o le sigo?. Los gorros rusos y las flores violetas me distraen. De pronto, el momento de abrirle el caparazón a la rutina llega y la mente ya no es tan libre, debe seguir normas y organizarse... tiene muy poco tiempo para regresar al pasto verde del manicomio y pensar en cosas no rentables...
Hoy las vacaciones están de nuevo aquí y las recibo con miedo y ganas de quedarme dormida en el jardín de la locura.

4 comments:

Anonymous said...

Y todos tenemos un nOwhere, y todos sufrimos de locura. En nOwhere a veces tengo suerte y encuentro pequeños postes con direcciones que me ayudan a seguir un camino. Busca tus postes, estudialos y decide lo que quieras mientras seas feliz. Hugs!

Anonymous said...

=)

Utopia Sensual said...

Creo que en ese jardín es en donde vivo... donde me escondo de los demás y del mundo que a veces me aturde... pero esta agusto, no?

*~PinkTangerine~* said...

Yo no voy a jardines, en realidad el pasto me molesta un poco. Tampoco tengo postes con letreritos, gracias por que si los tuviera los estaría buscando en cada vuelta, de por si me marea caminar con la vista el frente, con la cabeza arriba me caería cada 5 min. Yo siento que me encierro tmb, pero es más como una personita dentro de otra sabes? como si hubiera un caparazón, últimamente de barro, y yo hecha de aire me muevo dentro. La de adentro quiere gritar bien fuerte, pero hacerlo rompería el barro en mucho pedacitos. Nimodo. Abrazos!!!