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Y llovía y llovía.
Los muros blancos, arrebatadoramente blancos, se iban llenando de chispitas de luz de agua. Tic tac tic tac. El segundero parecía querer comerse al mundo. Y llovía y llovía. La gente, entre un barrido de colores, sacaba sus paraguas y comenzaba a correr por los laberintos empedrados. Decir todo lo que se pueda decir. Intentar juntar todas las palabras en una frase de hueso y sentimientos. Y llovía y llovía. El aire gris se desenroscaba entre los seres y las cosas. Los patios, las plantas, las ventanas, las flores rojas que bailaban flamenco en los balcones. El sol había perdido su partida de ajedrez con las nubes. Tratábamos de no perder la nuestra con el tiempo que apremiaba y que ganaba terreno. Y llovía y llovía. Y había que irse. Y salir a la calle chispeante. Y entrar al torrente multicolor. Y llovía y llovía. Y nos dijimos adiós con los ojos, con las manos. Y desde lejos me llegó mojado tu grito. Y llovía y llovía.

2 comments:

humantree said...

Y qué suerte, qué suerte... el blanco y los colores, córdoba y la lluvia, mi grito y tu oido, tu mirada y la mía...
Te adoro.

dayanna* said...

qué rico que llovía.. hola marina!! =)